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Conoce a...Paco Tomás

Francisco Tomás Tur (Palma 1900-1990) jugó en la Real Sociedad Alfonso XIII entre mayo de 1917 y julio de 1930. Su afición por el fútbol empezó a los nueve años y con 15 ingresó en El Balear, equipo de la zona de La Lonja que habían montado un grupo de amigos, entre los que se encontraba Miguel Nadal Pont, también jugador alfonsino. Pagaban diez céntimos semanales para poder comprar balones. Como anécdota, Tomás contaba que la primera vez que jugó un partido como defensa en su primera acción se marcó un gol en propia puerta. Paco Tomás fue socio de La Veda pero no pudo ingresar en ninguno de sus equipos, haciéndolo en el infantil del Alfonso XIII por mediación de Miguel Nadal Pont. Como él mismo contaba, era un “socio de pared” de la entidad Alfonsina. Es decir, Tomás se colaba en los partidos saltando la pared, hasta que un día lo pillaron y le reprendieron. Ahí fue cuando por intercesión de Nadal, que ya jugaba en el Alfonso XIII, pudo ir a jugar al infantil, luego pasó al juvenil y al cuarto equipo alfonsino, jugando siempre de defensa izquierdo, su puesto favorito.

Sus primeros pinitos con el primer equipo le llegaron en una excursión a Barcelona, en la que le tocó jugar en el centro del campo en dos amistosos frente al Badalona. A su regreso ya no abandonó la posición de medio ala izquierdo en el primer equipo del Alfonso XIII. Su primer maestro fue Victoriano Ferrá y el checo Zaubek fue quien consiguió refinar su juego. Poseía un juego metódico y preciosista, infatigable en sus idas y venidas. Tomás era un especialista en el juego aéreo, técnica que dominaba a la perfección. Uno de sus recuerdos más bonitos era el de haber marcado a Santiago Bernabéu en dos amistosos contra el Real Madrid, él pesando 57 kilógramos escasos y Bernabéu con más de 80 kg. Paco Tomás se retiró debido a una pleuresía pulmonar que dejó sus facultades físicas muy mermadas después de haber defendido durante trece temporadas la casaca roja Alfonsina.

Nunca cobró nada del Mallorca y, de hecho, trabajaba como mecánico en Casa Bibiloni. Al finalizar su jornada matinal, sobre las doce y media, cogía una bicicleta prestada y se iba a Buenos Aires a entrenar. Después, el jugador alfonsino comía en una fonda que había junto al campo, comida que le pagaba el Mallorca, y regresaba a su puesto de trabajo. También fue campeón de waterpolo y entrenador de fútbol en distintos equipos de la isla. A mediados de los años sesenta formó parte de una Junta Directiva del club.